Ayoreo
Los
Ayoreo fueron conocidos comúnmente con el nombre de “moros” o “pyta jovai”
(doble talón) a causa del calzado de piel de tapir que usaban. Eran los indios
más temidos en el chaco paraguayo, debido a muchas leyendas que se crearon
alrededor de ellos; se los considera caníbales, traicioneros, vengativos, etc.
De hecho, los Ayoreo fueron un pueblo guerrero, entre el cual el coraje y la
valentía tenían un lugar preponderante. Resistieron el encuentro con los
blancos hasta el final. Se cree que hasta hoy en día existe un reducido grupo
de Ayoreo silvícolas que deambulan por el chaco llevando un estilo de vida
tradicional nómada libre.
La
historia de las relaciones de los Ayoreo con la sociedad nacional esta llena de
hechos muy trágicos. Algunos etnógrafos informan, por ejemplo, que en la década
de los 40 el comando del territorio militar del chaco, daba como premio la baja
del servicio militar a la persona que mataba un moro. En la década de los 50 se
hizo famoso el caso de un muchacho de 10 años que ha sido arrancado de su
hábitat por los peones nacionales y traído hacia Asunción, denigrado y puesto
en una jaula convirtiéndose asi en primer ayoreo que los paraguayos pudieron
observar de cerca.
Este
desafortunado niño ayoreo, de nombre Iquebi fue entregado a la marina paraguaya
y sometido a un compulsivo proceso de “educación occidental” que obligo
renunciar a todo lo que aprendió en su mundo de la selva: su lengua, sus
parientes, sus alimentos, sus tradiciones y creencias. Los padres salesianos,
finalmente pudieron rescatarlo del cautiverio militar y trataron de devolverlo
al chaco a sus parientes silvícolas, pero sin éxito alguno. A este muchacho,
conocido como José Iquebi a modo de reparación por los graves daños que la
sociedad paraguaya le infringió al arrancarle de la selva, el parlamento
nacional, en el año 2000, reparo simbólicamente los daños padecidos otorgándole
una pensión.
Recién en 1962 los primeros grupos ayoreo
depusieron las armas y se presentaron a los militares. Este primer contacto
resulto para ellos igualmente trágico por que el contacto con los blancos les
produjo gravísimas epidemias de sarampión que casi extermino por entero a su
población.
Los
restos de estos primeros grupos pacificados quedaron bajo el cuidado de lo padres
salesianos. Paralelamente, otros grupos se encuentran bajo la influencia de la
misión evangélica “nuevas tribus”. En ambos casos, según los indigenistas, se
trataba de un proceso de sistemática aculturación religiosa, social y
económica, cuyo objetivo era destruir el mundo simbólico de los ayoreo, sus
creencias del pasado, consideradas como “diabólicas”, para introducirlos en las
creencias cristianas, en las nuevas formas de alimentación, en la nueva
educación y en el nuevo sistema de trabajo. Vale la pena destacar, sin embargo,
que a partir del año 1985 se registra, en estas misiones, un cambio en la
perspectiva de trabajo indígena bajo los nuevos impulsos de la antropología.
Este cambio, sin embargo, también resulto ser muy doloroso para los aborígenes
de la etnia, quienes resultaron muy desacostumbrados a una autonomía.
Los
etnógrafos describen al Ayoreo como una persona que tiene un estilo de vida
bastante austero: no se acostumbra beber
alcohol ni tomar estupefacientes; no participa en las orgias, aunque los
jóvenes de ambos sexos gozan de absoluta libertad hasta el matrimonio.
Su
cultura está muy relacionada con las manifestaciones de los elementos
mitico-religiosos: todo el comportamiento personal, familiar y social, depende
de ellos. El Ayoreo se siente orgulloso de su raza y se considera superior a
los demás grupos étnicos.
La
autoridad máxima es auté (el cacique), el cual es nombrado de acuerdo al coraje
o al número de animales o personas que ha matado. El cacique es el protector de
su comunidad gracias a su fuerza y valentía. También al cacique la compete
dirigir las acciones bélicas y decidir sobre las cuestiones comunitarias
importantes. Se cubre con la piel del tigre y con plumas de los animales
potentes.
Otra
figura importante de la comunidad es el dahisnai, una especie de mago, adivino,
para sicólogo y brujo de la comunidad. A diferencia de los oros grupos de
indígenas, el dahisnai Ayoreo no usa hierbas medicinales: su actividad se basa
en la palabra, en los cantos terapéuticos y soplos bucales. Es el único que
puede usar plumas de cóndor sin apeligrar el maleficio.
Entre
los Ayoreo se conocen dos tipos de residencia: la semipermanente y la
temporánea. La primera se usa en agosto a septiembre hasta el mes de mayo.
Estas residencias se establecen cerca de un curso de agua o laguito y donde la
tierra es apta para el cultivo. Cultivan productos silvestre como maíz,
porotos, zapallos, batatas, sandia y tabaco. La recolección del producto cuando
el grupo familiar tiene hambre.
Los
padres tratan a los hijos con afecto y, para los occidentales, es notoria la
ausencia casi absoluta de la intervención educativa: se deja a los niños y
jóvenes e la libertad absoluta en todos los aspectos. La prohibición o el
castigo son elementos reprobados en la educación y considerados como carencia
de afecto hacia los hijos. El Ayoreo sostiene el castigo daña el desarrollo
físico del niño.
El
color con que se pinta el cuerpo es solamente negro y rojo, el primero expresa
sentimientos de violencia, y el segundo erotismo, sobre todos los jóvenes. En
los hombres adultos y en algunas mujeres se encuentran cicatrices, sobre todo
en el pecho y el vientre; las mismas simbolizan fuerza y coraje. Se hacen
también tatuajes con carbones ardientes o pipas de arcilla calentadas al rojo
vivo.
Chamacoco
Entre
los Chamacoco existían cuatro grupos distintos horio, öbotuso, heiwo y tamarao.
Actualmente los horio han desaparecido y quedaron los öbotoso y los heiwo,
mientras que los tomaraho, que estaban antes en el interior del Chaco, pero
luego fueron trasladados hacia Puerto Esperanza, pero ahora residen en una zona
propia en María Helena. Actualmente, los etnógrafos usan la palabra “ishir”,
perteneciente a la familia lingüística zamuco a la que pertenecen, para
denominar este pueblo.
Históricamente
se hacía distinción entre los llamados “chamacoco bravos” –que corresponden al
grupo tomaraho y que vivían retirados
del mundo blanco- y los “chamacoco mansos”, los cuales tenían contacto con los
blancos.
La
economía de los ishir estaba basada en la recolección, la caza y la pesca.
También cosechan el algarrobo para hacer harina, varios tipos de porotos
silvestres, diferentes especies de palmas, tradicionalmente eran las mujeres.
También la, miel ocupa un importante papel en la dieta y en la tradición ishir.
Conocían por lo menos diez especies de abejas.
Por
otro lado, la caza era una actividad exclusivamente de los varones, que
respetaban varios tabúes sobre los animales que eran actos y posibles de cazar.
Entre ellos, se encontraban varias clases de cerdos silvestres, osos
hormigueros y avestruces. Estos últimos eran cazados por sus plumas que tenían
un uso ritual, mientras que su carne era exclusivamente comida por las mujeres.
Para
la caza los hombres usaban arcos y flechas con diferentes clases de puntas
según sus necesidades, lanzas de diferentes pesos y tamaños. Estos mismos
instrumentos se usaban también en la guerra.
Dado
que todas las comunidades de los ishir eran ribereñas, la pesca también
revestía para ellos una importancia trascendental en la economía.
Los
jóvenes de ambos sexos solían depilarse las cejas y las pestañas, además de la
barba de los hombres. Antiguamente, hasta los fines del siglo XIX, los varones
conocían una práctica de perforación del labio inferior para introducir en él
un clavo de hueso.
Los
ishir no tenían vivienda fija, solo se protegían con ramas espesas
oportunamente dobladas y dispuestas en forma de techo.
Una
gran importancia dentro de la comunidad revestía el chaman (konsaho) quien desenvolvía su función a
través de actuaciones típicas orientadas a la neutralización o derrota de los
espíritus y maleficios que producen trastornos y enfermedades personales o
grupales.
Según el código normativo de los chamacoco el
homicidio era el más abominable de los delitos: se lo castigaba con pena de
muerte. Con esta misma se castigaba también la revelación de los secretos
sagrados de los hombres y la huida de las ceremonias sagradas. El homicidio
solo fue considerado aquel asesinato que se cometió contra un miembro de la misma
parcialidad, la misma parcialidad, mientras que matar a un indígena Ayoreo moro
o un paraguayo, fue considerado como un acto de heroísmo digno de
condecoración.
En
caso de robo, la pena consistía en la devolución de la misma cosa o alguna de
igual valor. La violación consumada y la mera tentativa, recibía el mismo
castigo. También el maltrato a la mujer, la mentira, la intriga y el chisme. La
persona que cometió adulterio, sea hombre o mujer, fue amonestada tres veces
por el tribunal, después de lo cual se aplicaba una pena consistente en una
especie de retiro del derecho a la solidaridad, una suerte de repudio
colectivo. Se creía que el efecto del mismo sería fatal para el delincuente,
una especie del hechizo del cual nadie se salvaba: al repudiado le tomaba una
terrible enfermedad o moría devorado por una bestia feroz en la selva; en el
mejor de los casos, quedaba loco.
ES MUY INTERESANTE
ResponderEliminarES MUY INTERESANTE
ResponderEliminarExcelente la informacion. :)
ResponderEliminarExcelente información completa de la vida de los ayoreo.
ResponderEliminarNo me sirvio de naaaaaaadaaaaaa
ResponderEliminarSi tuviera que investigar solamente de los Zamuco me servira rsto?
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